martes, 19 de junio de 2012

RAZONES PARA LA LUCHA.

Por: Guillermo Melendez 

    En tiempos del negro Miguel y Jose Leonardo Chirinos, en lo que respecta a Venezuela, la sociedad esclavizadora de entonces recibió las primeras muestras de rechazo a lo que ha significado la opresión del hombre por su propia especie, razón constante para el mantenimiento de las luchas en aras de labrar el hombre nuevo que sea capaz de sostener el equilibrio que la justicia teóricamente ofrece. No en vano han ocurrido esas luchas por las que nuestros antepasados, originarios, precursores y forjadores de la Patria libre y soberana, desgarraron sus carnes al ofrendar sus vidas ante la barbarie.
     Hoy palpamos luchas semejantes con escenarios distintos en cuyo fondo esta materializado, aun, la dominación; sin embargo, sabemos del avance de los movimientos populares en toda Latinoamerica que cada día se hace mas ostensibles con resultados prometedores para este hemisferio. Y mas allá, allende los mares, también están despertando sociedades ante una crisis que erosiona los estratos mas vulnerables de la población europea y ni se diga lo que acontece con los in dignados asentados al norte del Río Bravo. Todo es indicativo que las voces se multiplican en contra de una minoría dominante que solo genera hambre y pobreza, razón para sincronizar estos con aquellos esfuerzos y en alzada ir incorporándolos a redefinir un nuevo orden que encoja la brecha de desigualdades, de esta manera habrá paz y garantía de sobrevivencia de la especie humana.
     De este modo la insurgencia de las masas viene tomando cuerpo en el contexto de lo que significa la liberación del hombre en toda su dimensión, así como su justificado afán en la procura de un bienestar adecuado a su esfuerzo como recompensa. Deconocer  la insurgencia de las masas como fenomeno social imanente a las desigualdades seria como desconocer que el gran capital, como ideología, no ha resuelto los grandes problemas de la humanidad, al contrario, los ha agravado y mas de una centuria parece suficiente para dar por concluida las expectativas que se tenían de esta idea. Basta con ver lo que ocurre en los países europeos en donde todos han puesto sus "barbas en remojo" ante la quiebra de los helenos y el "grito" reciente de la viaja España pidiendo auxilio a quien le ahorca, el sistema capitalista.
     Por esta razón la lucha persistirá hasta tanto la sociedad entienda que todos sus miembros tienen el mismo derecho pero que para llegar de hecho a ese estado debe existir la cooperación mancomunada de dichos miembros. Mientras no se llegue a esa condición de equidad con constancia habrá eclosión de la queja, tal como viene ocurriendo hasta en las sociedades mas conservadoras como las de la vieja Europa.
     Necesario es, entonces, el discurso que anime y mantenga el nivel de lucha el cual no debe confundirse con las precarias protestas de sectores reaccionarios, precarias por el pobre contenido de la motivación pero peligrosas por los medios que utilizan para acometer sus objetivos, máxime si estos están alentados por factores externos o ajenos al interés de las masas excluidas de un contrato social justo. El contexto que implico las luchas de ayer sigue señalado en las luchas de hoy; los cambios van a depender del nivel de lucha y la sostenibilidad de esta como contraparte de la dominación.

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